CELANOVA

Celanova conserva un legado excepcional al menos desde la Protohistoria, a la que pertenecen los Castros de Mourillós, A Rodela, Castrillón, Outeiro de Pazos y A Cidá de Castromao muy próximo a la villa de Celanova. Este recinto consta de 70 construcciones, algunas con pavimentos y hogar central, muralla de grandes bloques con escalones, terraplén, etc. Fue habitado desde el siglo VI a.C., al que corresponden las viviendas de planta curva de su acrópolis, hasta el siglo II d.C., ya en época romana y con edificaciones angulares en su parte baja. Suministró cerámica atribuible a la Edad del Bronce, castreña y sigillata; y sobre todo la Tessera Hospitalis, placa de bronce del 132 d.C. que recoge el pacto de hospitalidad entre un alto mando romano y los Coelerni, pobladores de esta comarca cuya capital fue Coeliobriga, actual Castromano, de la que deriva Noelia (Celanova).
De los romanos se conserva, además del miliario de A Barxiña y el ara de Cañón, el Ponte Freixo y la Vía Romana XI que partía de la Via Romana XVIII ó Nova y se cruzaba cerca de Coeliobriga con otras no oficiales como la XV.
Desde el siglo X, la vida de Celanova ha estado determinada por San Rosendo y por el Mosteiro de San Salvador que él fundó. Rosendo Goteares, uno de los grandes personajes de la Historia de Galicia, fue miembro de una familia nobiliar que hizo numerosas fundaciones monásticas. Recuperó el prestigio monástico de San Martiño Dumio en la época suévica y de San Frutuoso en la visigótica, con los que coincide en su aperturismo (relación con mozárabes, judíos y con la cultura carolingia) y respeto a la tradición local. Muerto en el año 977 fue elevado a los altares en el siglo XII por el Papa Celestino III, quien había visitado Celanova.
El Mosteiro de San Salvador fue uno de los centros feudales hispánicos con más poder hegemónico no sólo en Terra de Celanova. Contaba con un Pertigueiro Mayor, cargo que solamente tenía la archidiócesis de Santiago para defender sus dominios y que era muy pretendido por la alta nobleza. Poseía un patrimonio excepcional gracias a las donaciones de los familiares de Rosendo y a prebendas de monarcas como Fernando III «el Santo»; a la absorción de otros monasterios (Ribas de Sil, San Pedro de Rochas, Santa Comba y San Salvador de Coruxo), prioratos e iglesias, o a la adquisición de tierras en Monterrey y Sanabria.
En el siglo XII San Salvador recibe el castillo y el título de marqués de Sande, pierde dominios con la independencia de Portugal y ve como el Mosteiro de Ramiras? (femenino) acrecienta sus posesiones en Acebedo, Refoxos, Sande y Milmanda (repoblada con foreros de Celanova y donde arrancan As Levadas do val do RioTuño, acequias diseñadas por los monjes de San Salvador que aún hoy podeos recorrer).
En el siglo XIII Ramirás reclama a Celanova sus derechos en Rubiás y desde Ponte de Cabaleyros hasta Vilanova. Celanova gozaba de privilegios reales propios de un señorío laico, como nombrar jueces o cobrar foros a sus vasallos.
Los monjes fueron acusados de vida licenciosa ante el Papa, pero el apoyo del arzobispo de Braga y del obispo de Ourense salvaron monasterio que disponía de hospital, farmacia, enseñanzas, laboratorio y que, a finales de la Edad Media, tuvo enfrentamientos desastrosos – con la nobreza laica y con las mitras tudense y auriense – amortiguados por la intervención benefactora de los reyes que no impidieron el declive y la relajación espiritual de la abadía.
En Milmanda existió una leprosería medieval y una fortaleza llamada Alcázar, construida sobre un castro y que en el siglo XII pasó de San Salvador a la corona.
En el siglo XII el Castillo de Vilanova fue parar a manos de la nobreza laica (los Castro, los Biedma y los Monterrey).
Las revueltas irmandiñas derribaron el Alcazar de Milmanda – nido de intrigas nobiliares que a la sazón pertenecía a los Benavente – y el castillo de Vilanova, cuya torre tendrán que rehacer los lugareños con la ayuda monetaria del abad de Celanova, quien impuso nuevas rentas a sus vasallos para tal fin.
Además de la agricultura y de la ganadería, fue importante el empleo generado por las obras monacales (artistas, canteros) y el comercio (ferias de Milmanda desde el siglo XII y de Vilanova, en donde hubo un gremio de zapateros, desde el XV).
En el XVI San Salvador pasa a depender de San Benito de Valladolid con lo que pierde autonomía y posesiones en Monterrey, pero recupera prestigio artístico (Renacimiento y Barroco), y cultural (presencia de teólogos, filósofos, historiadores, poetas, etc.).
La renovación de foros monásticos del siglo XVII perjudica a los campesinos de Refoxos que protestaron enérgicamente hasta conseguir una solución satisfactoria.
La jurisdicción de Celanova tenía más vecinos que las de Oseira, Melón y el obispado de Ourense juntas, aunque superada por la de Monterrey y la de Rivadavia.
Milmanda, tomada por los portugueses en 1707 (teniendo que refugiarse sus vecinos en Celanova), fue abandonada en este siglo y hoy conserva dos rondas defensivas, restos de la Torre de Homenaje y del patio.
En 1808, durante las guerras napoleónicas, San Salvador donó a la Junta de Defensa 100.000 reales, cantidad muy elevada en aquella época, para ayudar a la expulsión de los franceses.
En 1835 los monjes dejan San Salvador.
Numerosos colonos se instalan en la villa de Celanova, lo que supone una expansión urbana y un cambio de fisionomía, ya que ahora pueden abrirse ventanas, galerías y balcones frente al monasterio (que en 1824, tras el trienio liberal, había conseguido que las viviendas civiles vieran «demolidas y obstruidas sus luces»).
El edificio pasa a tener usos múltiples.
Celanova, con relevantes curtidos y fábricas de chocolate, celebraba importantes ferias y mercados además de ser un destacado vivero cultural en el siglo XIX (Manuel Curros Enriquez, etc.) y hasta los años 30.
El franquismo – que llegó a convertir el refectorio del monasterio en campo de concentración y el monte de O Forriolo en campo de ejecución – contó con opositores activos como Celso Emilio Ferreiro, el exilado Xose Velo (líder del secuestro del trasatlántico Santa María que en 1961 conmovió a la opinión pública internacional), o Xose Luis Mendez Ferrin primer escritor gellego propuesto para el premio Nobel.
Hoy en día, el municipio de Celanova tiene una nutrida oferta de servicios, y se encuentra en una fase notoria de recuperación y aprovechamiento de su patrimonio artístico, arquitectónico y cultural como nexo dinamizador de toda su comarca.